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Análisis no neoclásico de una crisis en un entorno neoliberal.

 

 

En la actualidad la economía mundial, ante la crisis hipotecaria de los Estados Unidos, ha virado en su dinámica de hace escasamente un mes, fecha en la que entonces los mercados financieros aún seguían en su apogeo y las perspectivas económicas de crecimiento estaban envueltas en un manto de optimismo. Sin embargo desde hace tiempo los flujos financieros acarreaban unas graves deficiencias que se manifestaban en aquellos créditos de alto riesgo cuyo atractivo económico radicaba más en la continuidad del "boom inmobiliario" mundial que en sus propias características objetivas. Pero era evidente que casi nadie podía esperarse que una crisis de esta magnitud se desataría, menos aún cuando el pensamiento hegemónico en la economía, hoy por hoy llamado neoliberalismo, había conseguido implementar la idea de que esta corriente económica llevaba consigo un conjunto de medidas económicas, las cuáles respondían a una serie de criterios científicos y técnicos indiscutibles que conferían a sus postulados un rango no inferior al dogma, según el cuál la economía es tanto más eficiente y estable, cuanto más desregulados y liberalizados están los mercados. Estos atributos de desregularización y liberalización los cumplían bastante bien los mercados financieros ya que son en estos mercados donde tiene impacto directo la política monetaria que es el instrumento predilecto de este pensamiento económico. Pero esta quimera ha quedado en suspenso por la realidad acaecida en las últimas semanas y por las repercusiones  que en un principio una crisis hipotecaria está teniendo en aspectos diversos de la economía, repercusiones dicho sea de paso que ha llevado incluso a un buen número de inversores tradicionalmente conservadores y liberales a buscar refugio en los bonos del estado para resistir a los avatares de esta crisis, vivir para ver. Encontrar un análisis fidedigno de lo sucedido y de los posibles escenarios que puede traer esta crisis, resulta harto complicado debido por un lado al escaso conocimiento económico que poseen los profesionales de la comunicación, llamados periodistas, para informar sobre asuntos económicos a pesar que la economía es una disciplina de especial utilidad para comprender gran parte de los asuntos de interés público y por otro porque los análisis de los economistas van más encaminados a quitar hierro al asunto que en ser exhaustivos en sus conclusiones; lo cual es bastante coherente en el trabajo de campo de cualquier economista, ya que los mercados además de regirse por las leyes de la oferta y la demanda también presentan sustanciales cambios ante las "leyes del miedo y de la euforia". En esta bitácora trataré de analizar el origen, evolución e impacto de la crisis hipotecaria que se ha ido produciendo, de forma expositiva.

 

En primer lugar procederé a describir el entorno en el que se gestaría este estropicio económico. El mercado hipotecario estadounidense desde hace tiempo estaba inmerso en un "boom inmobiliario" el cuál ha generado una enorme expansión y han mantenido en línea ascendente la economía de los EEUU, este boom alimentaba el consumo privado mientras el endeudamiento de los hogares estadounidenses subía desaforadamente hasta llegar de media, al 120% del ingreso anual, tres cuartas partes por deudas hipotecarias. Los bancos hipotecarios y los fondos inmobiliarios generaron una masiva oferta de hipotecas, de las cuáles casi una quinta parte se concedieron a familias que apenas si tenían las rentas necesarias para pagarlas cuando los tipos de interés estaban muy bajos (estas son las denominadas hipotecas sub-prime). La previsible ruina de los beneficiarios de estos créditos hipotecarios no representaba el menor problema siempre y cuando se mantuviera el boom inmobiliario; de modo que mientras duró el boom los bancos, sociedades financieras y gestores inmobiliarios ganaron fabulosos beneficios con esa actividad, ya que los bancos que concedían esas hipotecas, vendían a su vez los títulos hipotecarios en los mercados financieros. Esta es la forma en que los bancos convierten el endeudamiento familiar en un negocio muy lucrativo para ellos ya que no sólo reciben dinero por los préstamos concedidos más los intereses sino que, también, obtienen beneficios negociando los títulos de crédito.

 

Posteriormente con la escalada alcista de los tipos de interés, las hipotecas se fueron encareciendo y comenzaron a darse impagados, crece la morosidad y las ventas forzadas de inmuebles se disparan, más de cinco millones de viviendas están a la venta en EEUU, por primera vez en diez años comienza a bajar el precio de la vivienda, y aumentan los intereses, la crisis, como es lógico, se desató en las hipotecas sub-prime citadas anteriormente ya que sus destinatarios eran quienes representaban a las familias más pobres y con unos ingresos en términos reales descendentes. El resultado es que hay dos millones de norteamericanos que se han quedado sin casa y hay más de 500000 millones de dólares acumulados en morosidad. Esta nueva situación afecta inmediatamente a los bancos y demás entidades financieras que habían concedido esos créditos, pero dado la actividad que ejercían dichas entidades, anteriormente descrita esta crisis hipotecaria se exportaría a diferentes sectores de la economía, por lo que la crisis hipotecaria evolucionaría primero en una crisis financiera y después en una crisis económica la cuál en el marco de una economía cada vez más globalizada extendería sus repercusiones a otros países.

 

Una vez conocido el caldo de cultivo en el que se preparó este fenómeno, trataremos de explicar que evolución ha experimentado cronológicamente. En primer lugar hay que señalar que esta crisis no surgió de la noche a la mañana y se ha manifestado en el mes de septiembre como un mero capricho del destino. El pasado junio quebraron dos hedge funds (son un instrumento financiero de inversión que combina posiciones en valores cortas y largas con el fin de realizar una cobertura de la cartera frente a los movimientos del mercado, los cuales están sometidos a una reducida regulación y sujetos a escasas obligaciones de información y no deben dar liquidez de forma diaria) multimillonarios pertenecientes al quinto mayor banco estadounidense de inversiones, el Bear Sterns, se perdieron 1600 millones de dólares y las acciones de ese banco se desplomaron al igual que las de muchos otros fondos de inversión, más de 200000 millones de dólares se perdieron en menos de 24 horas. Wall Street se estremeció al igual que el resto de los mercados. Los fondos hedge eran una señal de alarma y los créditos morosos que estaban integrados en muchos flujos financieros, eran una patata caliente que podía estallar en cualquier momento. Con la firma de una hipoteca se crea un título financiero, (una obligación para el que debe el dinero y un derecho para el que lo presta que es el banco) con el que comercian las entidades financieras, cuanto más riesgo entrañe un título menos seguro y menos atractivo será, pero por eso se pagará más por él y resultará más rentable, características que reúnen los títulos sub-prime y por ello eran los activos más atrayentes para los inversores acaudalados quienes pueden sobrellevar mejor las posibles pérdidas de títulos de alto riesgo pero que en caso de que salieran bien les proporcionarían una alta rentabilidad; todo esto propiciaría que los bancos pusieran en circulación millones de estos activos que fueron adquiridos por inversores y por otras entidades financieras. La burbuja inmobiliaria crecería en tanto en cuanto los financieros creyeran en la posibilidad de poner a la venta en cualquier momento hasta los peores y arriesgados créditos hipotecarios, en esta coyuntura económica créditos, deudas, pagos futuros de intereses y amortizaciones se convertían en mercancías comerciables, lo que servía de base a una vertiginosamente y expandida sobrestructura de derivados crediticios en manos de especuladores profesionales que se dedicaban a traspasarle así su riesgo crediticio a otros especuladores, los cuáles no se preocupaban de la deuda adquirida porque ellos pretendían vender esos títulos a otros. Mientras la burbuja existiera, esos títulos eran inversiones lucrativas por lo que se desarrolló un comercio a escala planetaria de dichos derivados al margen de la bolsa, la concurrencia entre los grandes hedge funds disparó sus precios lo que propiciaría la creación de "miniburbujas" sobre el boom inmobiliario que actuaba como "burbuja nodriza".

 

Lo anteriormente descrito indica el proceso de cómo un título hipotecario se convierte en un activo financiero y por tanto los impagos en esos títulos además de provocar una crisis hipotecaria desencadenan una crisis financiera. La morosidad creciente inicial afecta a la seguridad y rentabilidad de los grandes bancos y fondos de inversión internacionales, quiénes reaccionan retirando sus fondos de los mercados hasta el punto de frenar o paralizar los flujos financieros internacionales, se produce una crisis de liquidez, no por falta de medios de pagos sino porque estos se retiran y todo esto se hace porque las entidades financieras comprenden que todas sus actividades especulativas y todas las miniburbujas derivadas de la circulación de unos títulos hipotecarios, que económicamente  han dejado de tener algún valor, ha propiciado que los medios de pago que disponían se hayan convertido en una ola de valores ficticios. Las consecuencias no se hacen esperar, los bancos quieren la devolución  de los préstamos a corto plazo, los hedge funds no pueden seguir vendiendo sus títulos y entran en la bancarrota, arrastrando a bancos aseguradoras y fondos de inversiones, que se ven en serios aprietos por no colocar los derivados hipotecarios, todo ello genera una serie de pérdidas que a través de las cotizaciones en los mercados de valores salpicaron a otros sectores de actividad inversora, por lo que la incertidumbre se apoderó de las bolsas y los inversores decidieron dejar de participar en las actividades bursátiles, con la consiguiente caída de la inversión, la cual ha sido tan brusca que ha afectado incluso a aquellos bancos que nada habían tenido que ver con la especulación de derivados hipotecarios. Estos bancos, a su vez, como saben que la economía esta en un periodo de dificultades, ponen límites severos al préstamo interbancario, exigiendo muy elevados intereses para créditos a corto plazo, por lo que el tráfico crediticio interbancario se contrae súbitamente y solo entonces los bancos centrales pueden intervenir como prestamistas últimos que es lo que vienen haciendo últimamente estos días además de inyectar liquidez en el sistema financiero.

 

Como ya cité anteriormente la crisis hipotecaria inicial saltaba a una crisis financiera y posteriormente pasaba a ser una crisis económica real ya que se va a ver afectada la producción efectiva de bienes y servicios, por varios motivos. En primer lugar la crisis hipotecaria afecta de un modo directo al sector de la construcción, que ha sido una de las bases de la expansión económica mundial en los últimos años, la crisis traerá desempleo tanto en el sector de la construcción como en aquellas actividades relacionadas con el sector inmobiliario, y una subida del desempleo puede resultar la antesala de una recesión económica. Por otro lado como ya he comentado antes ante una crisis los inversores y los bancos reaccionan retirando fondos del mercado y generando falta de liquidez, de modo que se reduce la oferta de créditos a los consumidores y empresas que necesiten recursos para gastar o invertir en actividades productivas, así que la disminución de la liquidez en los circuitos financieros afecta a la financiación de la economía coartando el crecimiento de la actividad económica productiva, que mas concretamente se manifiestan en la caída de los precios del petróleo y de los metales preciosos ya que las entidades financieras afectadas por  la crisis venden sus títulos de valor que les quedan que son títulos petrolíferos y de metales, los bancos al denegar los créditos cuantiosos se interrumpe la ola de fusiones y tomas de control empresariales. Y por último los bancos centrales han llevado a cabo y es posible que la sigan llevando a cabo una actuación bastante curiosa, consistente en la inyección de liquidez en los sistemas financieros sin que esta apenas afecte a los tipos de interés, ( el Banco Central Europeo ha puesto a disposición de los bancos 200000 millones de euros, en el mercado de los Estados Unidos la FED ha dado una inyección menor pero han optado por una clara bajada de los tipos de interés y un alargamiento de los créditos a corto plazo). En el caso de Europa lo que se ha visto es un aumento de la oferta monetaria que no ha derivado una bajada natural de los tipos de interés y en el mercado de los Estados Unidos el aumento de masa monetaria si que ha acarreado una bajada de los tipos de interés, pero a fin de cuentas esa bajada responde a una necesidad pasajera para mantener en la medida de lo posible la viabilidad económica del cobro de algunos títulos hipotecarios y también obedece a criterios partidistas ya que la proximidad de elecciones obligan al gobierno de los Estados Unidos a tratar de evitar, en la medida de lo posible, que muchos de sus potenciales votantes pierdan sus casas, pero las posibles bajadas de tipo de interés que se produzcan tendrán una duración muy corta, cuyo objetivo será adaptar al mercado ante el incremento de la oferta monetaria, pero que posteriormente volverán a subir ya que los tipos de interés son la retribución que adquieren los propietarios del dinero al ponerlo en disposición de otros; y al subir dichos tipos los bancos incentivan a los poseedores de recursos financieros para volver a colocar sus recursos retirados favoreciendo la movilización del capital pero encareciendo el endeudamiento familiar y de algunas empresas.

 

En cuanto al impacto de esta crisis en la economía mundial, en primer lugar hay que indicar que esta es una crisis a escala global debido a la internacionalización de los flujos financieros, la inmensa mayoría de estas operaciones pasan por paraísos fiscales estratégicamente colocados en todos los usos horarios, para que los flujos puedan circular las 24 horas del día, todo ello facilita que una crisis localizada, en principio en un país se extienda rápidamente ya que los bancos que adquirieron los títulos hipotecarios sub-prime y que produjeron esta crisis operan en cualquier punto de la "aldea global". Por otro lado la incertidumbre actual en la economía y más concretamente de los bancos no es sólo porque éstos desconfíen ahora de la capacidad de sus clientes para hacer frente al pago de sus créditos, sino que también, éstos tampoco saben hasta que punto han sido afectados por la crisis aunque sean bancos que directamente no hayan participado del negocio sub-prime; porque las inversiones en los mercados son muy opacas y cruzadas generando así una estructura piramidal en la que el tenedor final del título no sabe a que operación financiera original responde  lo que está comprando. Todo ello derivado por el cambio de negocio que últimamente han estado ejerciendo los bancos, los cuáles en un principio eran entidades financieras que actuaban cómo intermediarios entre aquellos agentes económicos con capacidad de financiación y aquellos con necesidad de financiación, recogiendo fondos ahorrados; reservando un pequeño porcentaje de los mismos, para responder a la demanda de pagos, y con el resto hacer inversiones rentables. Tradicionalmente, esas inversiones consistían en prestar dinero a los inversores reales, es decir, a las empresas que crean bienes y servicios o a los consumidores. Pero en los últimos decenios el negocio bancario ha cambiado y se dedica a colocar ahorro, principalmente en operaciones financieras especulativas. El modelo de negocio en el que se ha gestado la crisis actual  que  ha tenido viabilidad durante tanto tiempo, y no ha sido frenado cuando debía es  por la actuación de los bancos centrales que salen enseguida en apoyo de los bancos comerciales cuando lo necesitan,  por eso los bancos han podido aumentar sus negocios manteniendo una porción de reservas cada vez más pequeñas, lo que lógicamente incrementa su rentabilidad, como viene sucediendo, pero aumenta agigantadamente el riesgo y disminuye su solvencia, aumentando la inestabilidad del sistema y el riesgo que se asume. Probablemente esta crisis pueda suponer  el final de este negocio bancario, incluso hay voces de economistas neoliberales que hablan de medidas que obliguen a los bancos a tener un sistema de reservas más solvente.

 

Los perjudicados por esta crisis son: los millones de personas que van a perder sus casas y sus ahorros. O sus rentas porque cuando los bancos centrales suben el tipo de interés el endeudamiento familiar crece y se trasvasan rentas de las familias a los bancos. También las economías de los países más empobrecidos, al desatarse una crisis los capitales escasean y esa falta es más acusada en los territorios más necesitados de inversiones y recursos y son los que más dificultades presentan al afrontar las subidas de los intereses. También empresas, empresarios y trabajadores dedicados a la producción de bienes y servicios, que son una anillo marginal para la inversión financiera, esto provoca que la crisis también se vaya a pagar en términos de empleo, actividad económica y creación de riqueza. Por su parte los mercados emergentes podrían verse afectados por derrames comerciales y de los mercados financieros y también por dificultades de inversión y un aumento de los diferenciales de rendimiento, pero las economías emergentes al tener fundamentos más fuertes probablemente llevarán mejor esta crisis que las economías desarrolladas, según dijo Rato.

 

En cuanto a los posibles beneficiados por la crisis estos serían los bancos y los poseedores de capital, aunque esto pueda resultar contradictorio en un principio, siendo el sistema financiero y los bancos el foco de la crisis, pero por un lado hay que tener en cuenta que la mayoría de los bancos tiene en títulos arriesgados, tan solo, una pequeña parte de su negocio, de modo que la probable subida de los tipos de interés a largo plazo aumentará su rentabilidad global, atrayendo para sí los recursos financieros y favoreciendo la concentración de la propiedad económica. En los últimos tiempos los bancos y las grandes empresas inmobiliarias han acumulado cientos de miles de viviendas, (en España el 50% del suelo urbanizable ha pasado a ser propiedad de los bancos) con la crisis hipotecaria es probable que los bancos vuelvan a acumular activos inmobiliarios dado que cuentan con información privilegiada para comprar barato a familias en apuros y a pequeños constructores, una situación análoga a la que probablemente sucederá en las bolsas en donde se producirán movimientos masivos de venta que serán aprovechados por los grandes inversores para acumular propiedades empresariales, concentrándose  así el poder de los grandes bancos y corporaciones sobre el conjunto de la economía.

 

Y después de exponer el análisis de esta problemática ya sólo queda añadir que esta crisis se ha realizado en un contexto económico profundamente liberalizado, en el que hasta los neoclásicos más creativos, tendrán serios problemas para seguir manifestando que sus modelos económicos de no intervención son infalibles, y que esta crisis se debió a una injerencia del estado en la economía en un momento X que provocó el descalabro financiero de estos días, cosa que ni ellos mismos se van a creer. Unas medidas que puedan evitar que esto suceda otra vez serían por un lado evitar que la vivienda se convierta en un activo creado para generar beneficio mediante la especulación, para eso los gobiernos deberían de tomar medidas que convirtiera a la vivienda en solución al problema de habitabilidad y no activos para canalizar los ahorros de los más pudientes. Estas medidas podían ser, reservas de suelo, controles de precios y políticas impositivas que desincentiven la especulación. También sería conveniente realizar a escala internacional figuras impositivas, erradicando los paraísos fiscales  y facilitando la transparencia y control, y un sistema bancario con un sistema de cobertura mejor de las reservas bancarias, acabar también con la plena libertad de movimientos de capital que solo sirve para aportar mayores beneficios a los propietarios del capital, sin que ello afecte en una mejora de la producción de bienes y servicios. Finalmente deberían someterse a los bancos centrales  al control público con el fin de que garantizara que la política monetaria se comprometiera con objetivos económicos como el pleno empleo, la equidad y el bienestar social.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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